"Para ti, que llegaste de repente y cambiaste el argumento de esta historia y el de mi vida."

lunes

“Este es el cuento más bonito del mundo” decías. “Este es el cuento de una princesa y un sapo” y te reías. “Este es un cuento con un final feliz” me mentías. Que el cuento más bonito no trata sobre una princesa y un sapo, ¿sabías? el cuento más bonito del mundo es siempre el más triste, el que te hace llorar, el que te rompe el corazón en mil pedazos, el que te hace sentir cosas que nunca antes pensaste que sentirías. ¿Una princesa y un sapo? Las princesas llevan largos vestidos rosas, son rubias, y viven en palacios. Yo visto con tenis y vaqueros, tengo el pelo castaño y vivo en un piso del barrio. ¿Sapos? Son verdes, están mojados y tienen la lengua larga. Y tú no eres un sapo. ¿Finales felices? Eso no pasa. Nunca han existido los finales felices, y tampoco nadie quiere que existan, porque supone despedirse de algo o de alguien.

“Este es nuestro cuento, nuestra historia. Es la más bonita del mundo, tú eres la princesa, yo soy tu sapo, y tiene el final más bonito del mundo” Cuéntame mejor una peli de drama, que no existen ni príncipes, ni princesas, ni ranas, son tristes y grises, y al final todos acabamos llorando. Cuéntame algo real.

sábado

“Eres mi sensación favorita”

Porque siento que cuando estás cerca, lo imposible se vuelve posible. Porque no importa que la mayor parte del tiempo nos enfademos, gritemos e insultemos, por que lo más bonito son las reconciliaciones, que bien lo sabemos nosotros. Porque oigo tus pasos y mi corazón sigue su ritmo, y empieza a latir cada vez más rápido, a medida que te acercas corriendo hacia mí, para taparme los ojos y, como un niño pequeño, preguntar: “¿Quién soy?”. Porque descubrir un lunar nuevo es como encontrarse con otro planeta en la Vía Lactea: el mayor descubrimiento del mundo. Porque puedo contar una y mil veces tus pestañas, y olvidar cuantas son para, la mañana siguiente, acurrucarme a tu lado y volver a contarlas. Porque me encanta ese olor a tabaco y a café que tienes, que son dos cosas que odio, pero que en ti se vuelven los mejores olores de este jodido mundo. Porque me guiñas un ojo, y siempre es el mismo, y sólo lo haces conmigo, y no sabes como me gusta que seas tan chulito. Porque me dijiste que te gustaba la cerveza, y yo te dije que la odiaba, y prometiste dejar de beberla para que tu boca no supiera a nada. Porque subimos juntos a Notre Damme y contamos las gárgolas que allí vivían, y te reíste y me dijiste que eran infinitas, como el tiempo que querías pasar conmigo. Porque estás guapísimo despeinado, pero prefieres ir engominado, que me da igual, mientras sigas dejándote ese brillo tan especial. Porque nos despedimos, y oíste como lloraba, porque te acercaste a mi y me abrazaste y me prometiste que no iba a pasar nada. Porque te creí, y lo sigo creyendo. Y porque me dices que pase lo que pase, lo nuestro no fue un cuento.