"Para ti, que llegaste de repente y cambiaste el argumento de esta historia y el de mi vida."

sábado

Estábamos los dos juntos, en una habitación, tumbados el uno al lado del otro, abrazados. Yo escondía mi cabeza en su pecho y el me acariciaba el pelo. Debíamos llevar así horas. Pero, ¿qué importaba? Cuando estaba con él los días se convertían en segundos. No hablábamos, sólo nos mirábamos, nos acariciábamos, nos besábamos… Las sensaciones más maravillosas del mundo. Y el me susurraba al oído, con esa voz tan dulce que tenía. Y yo me sonrojaba, y me reía, y volvía a besarle, azorada pero feliz, más feliz de lo que nunca había sido. Rogaba para que aquel momento no terminase nunca, para que pudiésemos quedarnos así toda la vida, que ojalá siempre me quisiese tanto como yo a él, que no se apartara de mí, que me ayudara como mi mejor amigo, y me protegiera. Y cuando me miró a los ojos, esbozó esa sonrisa, y me besó, cerré los ojos, dejándome llevar, queriéndole más que nunca, agarrando fuertemente su mano, y deseando que todo aquello fuera real.

Cuando me desperté supe que nada de lo que había soñado era real. Todo un sueño, un sueño maravilloso y fantástico, una fantasía, la mía, que nunca se haría realidad.

martes

Aquella vez, sus manos, su voz, todo él temblaba. Estaba helado, completamente pálido. Aterrorizado. Sin embargo, no huyó de mí... Se agarró a mí. Él sabía que si me soltaba la mano, que tal vez nunca volvería a acercarme a él. No se llevó todo mi dolor, tampoco logró cerrar las brechas de mis heridas. Pero eso no era lo importante. Lo más importante en ese momento es que se quedó a mi lado. Alegrándose por cosas insignificantes, disfrutándolas tanto, sonriendo con esa expresión de felicidad. ¿Por qué? Debería pensar más en sí mismo. ¿Por qué es así?¿No se da cuenta de que así está en desventaja? Parece tonto, no tiene ninguna habilidad. Pero no vale la pena pensar en cosas así. Estoy segura de que él nunca se preocupó por eso. Todo el mundo cree que es un idiota. Cierro los ojos... ¿qué es lo que veo?

Te quiero, te quiero tanto. Así, tal como eres.

¿Cuando empezó? Cada vez que tú lo pronunciabas sentía que mi nombre sonaba de manera distinta. Si algo te hacía reir, no me importaba repetirlo hasta la saciedad. ¿Desde cuándo he estado pensando en esas estupideces? ¿Cuando empecé a quererte tantísimo?

jueves

Había una vez una princesa que vivía en un palacio muy grande. El día en que cumplía trece años hubo una gran fiesta, con trapecistas, magos, payasos... Pero la princesa se aburría. Entonces, apareció un enano, un enano muy feo que daba brincos y hacía piruetas en el aire. El enano fue todo un acontecimiento.
"¡Bravo, bravo!" decía la princesa aplaudiendo y sin dejar de reír, y el enano, contagiado de su alegría, saltaba y saltaba, hasta que cayó al suelo rendido. "Sigue saltando, por favor" dijo la princesa. Pero el enano ya no podía más. La princesa se puso triste y se retiró a sus aposentos.
Al rato, el enano, orgulloso de haber agradado a la princesa, decidió ir a buscarla, convencido de que ella se iría a vivir con él al bosque. "Ella no es feliz aquí" pensaba el enano, "Yo la cuidaré y la haré reír siempre". El enano recorrió el palacio, buscando la habitación de la princesa, pero al llegar a uno de los salones vio algo horrible. Ante él había un monstruo que lo miraba con ojos torcidos y sanguinolentos, con unas manos peludas y unos pies enormes. El enano quiso morirse cuando se dio cuenta de que aquel monstruo era él mismo, reflejado en un espejo. En ese momento entró la princesa con su séquito.
"¡Ah estas aquí, qué bien! Baila otra vez para mí, por favor". Pero el enano estaba tirado en el suelo y no se movía. El médico de la corte se acercó a él y le tomó el pulso. "Ya no bailará más para vos, princesa" le dijo. "¿Por qué?" preguntó la princesa. "Porque se le ha roto el corazón". Y la princesa contestó: "De ahora en adelante, que todos los que vengan a palacio no tengan corazon"